Algo kafkiano
Se encontró con la desagradable sorpresa de tener que resolver unos papeles, presuntamente resueltos en su momento. Ya se veía en una oficina atestada por otras pobres almas con sus mismas intenciones y abanicos improvisados para mitigar el calor (con lo agobiantes que resultan los abanicos ajenos).
Cuando llegó a la oficina, se encontró con la sorpresa de unas colas escasas, una temperatura agradable (gracias a un diseño razonable del edificio, algo más raro aún) y una empleada que le atendió con mucha amabilidad.
A la salida, había cambiado su desánimo por la esperanza de conseguir lo que solicitó en su día. Hasta que le dio por pensar que tal vez no tenía posibilidades, y que el trato de la empleada era sólo el consuelo que intentaba ofrecer a las pobres almas que intentaban resolver sus papeles. O peor aún, que era un falso consuelo que debían ofrecer los empleados por orden de la oficina.
2 comentarios
Parche -
Mejor que nada, dicen.
Abrazos!.
Jordi -